03/01/2009

Dejarse llevar

¿No has tenido nunca esa sensación de querer decir mucho y que no te salgan las palabras?, ¿y la de querer que pase algo que cambie tu rutina drásticamente y, en cambio, sentarte a ver la misma lluvia caer una y otra vez?
Pues una mezcla de las dos cosas es el resultado de cómo me siento yo ahora mismo. No estoy mal, no, todo lo contrario, pero es eso… querer, querer, querer y, tal vez, no poder. Creo que me empeño tanto en conseguir las cosas que, precisamente por eso, nada sale como quiero. Si es que ya lo dijo una de mis escritoras favoritas (Joan Brady), “a veces, el único modo de obtener el control… es dejarse llevar”.

Y empieza otro año. Ya suena más que tópico eso de “año nuevo, vida nueva”, pero es que no hay nadie que, de cara al nuevo año, no se plantee nuevos proyectos, nuevos objetivos, metas, propósitos y demás cosas que, en su gran mayoría (y no es por ser pesimista) olvidamos más rápido de lo que nos cuesta pensarlas cuando llega el diciembre de cada año.

La rutina es tan p…jodida que, aunque queramos evitarla a toda costa, pocas veces podemos no terminar sucumbiendo a ella. Y es que, si te fijas, siempre es más de lo mismo, desde que alcanzamos una cierta edad entramos en un círculo vicioso que nos atrapa sentimental, física y psicológicamente y del cual pocos logran salir, cambiar o manejar a su antojo.
Pero esa es la vida y tenemos que aceptarla y, citando a algún anónimo, ya me dijeron alguna vez que “la vida esta para vivirla y no para entenderla”, así que, una vez más y para no variar, con mi amiga la rutina a cuestas, le pondré la mejor de mis sonrisas a la mejor de mis caras junto con el mejor de mis humores y afrontaré este nuevo año tal y como el destino quiera que venga, sin preocupaciones, sin buscar más allá de lo que está a mi alcance, sin esperar vivir cuentos de hadas, príncipes y princesas, sin mirar atrás y también sin intentar ver el futuro.
Voy a dejarme llevar...

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