Soy un árbol sin hojas, sin flores, sin belleza, sin savia… casi sin vida.
Me riegas en plena tormenta y me dejas secar en medio del desierto. Trastocas mi sistema natural y me haces vivir un otoño en verano, una primavera en invierno, el día en la noche, la luz en la sombra, me cubres de paz en medio de la guerra y, cuando todo acaba, me matas con las bombas que no han explotado. Empiezas de nuevo.
Tú eres el oxígeno, el aire que no respiro, que lo mismo me mueve al compás de su música o se lleva mis hojas, lo único que tengo, en un día gris, lejano, triste y me deja solo.
Mis ramas finas, agrietadas, secas se retuercen intentando atraparte, pero te escapas entre ellas. Es imposible. Eres imposible.
Juegas a jugar pero no concibes perder ni tampoco quieres ganar. Vienes. Vas. Soplas fuerte. Traes calma. Te alejas. Regresas. Eres indescriptible, incoloro, intangible, impalpable. Eres imposible.
Mientras haces y deshaces a tu antojo mi materia, yo sigo aquí, enterrado, sin poder moverme apenas, buscando seguirte, verte, entenderte. Pero somos diferentes, nos han creado distintos. Formas parte de un mundo paralelo al mío, complementarios tal vez, pero que nunca deberán tocarse.
Me riegas en plena tormenta y me dejas secar en medio del desierto. Trastocas mi sistema natural y me haces vivir un otoño en verano, una primavera en invierno, el día en la noche, la luz en la sombra, me cubres de paz en medio de la guerra y, cuando todo acaba, me matas con las bombas que no han explotado. Empiezas de nuevo.
Tú eres el oxígeno, el aire que no respiro, que lo mismo me mueve al compás de su música o se lleva mis hojas, lo único que tengo, en un día gris, lejano, triste y me deja solo.
Mis ramas finas, agrietadas, secas se retuercen intentando atraparte, pero te escapas entre ellas. Es imposible. Eres imposible.
Juegas a jugar pero no concibes perder ni tampoco quieres ganar. Vienes. Vas. Soplas fuerte. Traes calma. Te alejas. Regresas. Eres indescriptible, incoloro, intangible, impalpable. Eres imposible.
Mientras haces y deshaces a tu antojo mi materia, yo sigo aquí, enterrado, sin poder moverme apenas, buscando seguirte, verte, entenderte. Pero somos diferentes, nos han creado distintos. Formas parte de un mundo paralelo al mío, complementarios tal vez, pero que nunca deberán tocarse.
Soy un árbol sin hojas, sin flores, sin belleza, sin savia… pero con algo de vida aún. Déjame vivir. No termines de matarme todavía.
2 comments:
Mejor dejar los imposibles para la literatura o el cine, ¿no crees?
Nada de todo esto es preocupante simplemente por el último detalle. Tienes (tu o sobre quién escribas) un poco de vida. Y basta solo eso para que nadie, por destructor que sea, pueda acabar por completo con ella...
Ya de paso... Tienes belleza, savia... Todo eso que dices no tener... jajajaja
Mua!!!
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