30/01/2010

Trenes a ninguna parte

Deja de mirar los que ya partieron...


Olvida toda esa incertidumbre que te lleva a ninguna parte, te trae a donde nunca fuiste y te devuelve de donde nunca te has movido.

Si las respuestas a las cuestiones sobre esa persona no las encuentras en tí, ¿por qué no le preguntas a ella misma?.

Dile lo que quieres, lo que deseas, lo que esperas, lo que añoras, lo que sueñas y luego... Acepta las respuestas. Sonríe sean cuales sean las palabras que escuches. Piensa que, en el peor de los casos, sólo habrás vivido una experiencia que te servirá mañana. Y esto es señal de que estás vivo, de que sientes. Lamenta a los muertos, a esos que ya no son capaces de sentir. Y no hablo solamente de aquellos que están bajo tierra.

Deja de buscar trenes que no van a ninguna parte. El tuyo está ahí delante. Que no te importe el destino, que lo importante es el trayecto. Corre, se va... Y es probable que no vuelva.

08/01/2010

Lo que fue


Tu consciente ignorancia de lo que sucede contigo y conmigo me sigue trayendo a la mente el amargo y frío recuerdo de lo que no pudo ser, del suave sufrimiento que se me clavó en mis sentimientos por el imposible en que te convertiste y por lo débil que volviste mis inocentes actos que solo buscaban eso que ahora me sigues reclamando, como si alguna vez te hubiera pertenecido, como si alguna vez hubiera sido tuyo, como si alguna vez lo hubieras querido y aceptado.
Y si a mis manos hoy le duelen no tocarte, es más por la eterna confusión que les producías que por lo dulce que debió ser tu tacto.

Olvídalo. No tienes ni idea de lo que es y, mucho menos, de lo que fue. Te empeñaste en destruirlo sin apenas conocerlo y, consciente o no, me destruías a mí con él. Y hoy ves pasar la vida y te das cuenta de que lo que tú creías real solo fue una sombra, un reflejo, una ensoñación, un telón que se cerró dejando paso al final en una sala vacía, donde nadie miraba, sólo tú. Y hoy te das cuenta de quién te dijo la verdad y quien te la vendió pagando con tu propio dolor.

Recuérdalo si quieres, pero no me lo reclames más porque toda la energía, la fuerza, las ganas y el ímpetu necesarios para que pudiera ser se quedaron en todos los intentos que nunca fueron. Tal vez algún día lo vuelvas a encontrar, pero no creo que esté ya en mí. Búscalo y, cuando eso suceda, recuerda también los errores que no has de volver a cometer.


El amor es un regalo con fecha de caducidad. Quienes lo toman a su debido tiempo pueden llegar a conservarlo toda la vida. Los desgraciados que siempre llegan tarde, pueden perjudicarse si lo toman.