Estoy un poco harto de escuchar eso de "querer es poder", cuando en realidad todos sabemos que no es cierto, incluso cuando somos quienes lo decimos.
Hoy, por ejemplo, quise escribir algo bonito y no pude, nada me salió. Miré a mi alrededor, en los ojos de la gente desconocida por la calle, en los libros que leo, en las canciones, miré incluso dentro de mí y no encontré nada. Todo me transmitía silencio, frío e insignificancia y yo quería escribir algo bonito, algo con sentido, plasmar aquí una pequeña parte de mí, como hago siempre que te cuento algo.
Quise hablar del amor, ¡qué ironía!. Yo... precisamente yo, que he olvidado lo que significan esas cuatro letras juntas en ese mismo orden, formando esa palabra, que me suena lejana, oscura, sombría e inexplicable. Yo, que ante la negativa de creer que estoy hecho para él, inconscientemente, me volví el más fiel amigo de la soledad.
Quise hablar de la sociedad, quise hablar del tiempo, de la vida, de la música, del trabajo, del futuro, del pasado, incluso del presente. Quise hablar de tantas cosas de las que ya he hablado, que busqué y busqué y no vi nada más, sólo el más absoluto de los desiertos, como si esperara encontrar un rayo de luz desde el centro de la tierra.
Quise hablar, quise contar algo y no supe qué decir. Y sin darme cuenta, ya había empezado a escribir... y empecé a dudar de si querer algo es realmente suficiente para poder alcanzarlo o no. Da igual, en realidad importa poco lo que queramos, lo realmente importante es lo que logramos, lo que conseguimos, lo que alcanzamos, hasta donde llegamos. Lo realmente importante es que hoy quería escribir... y escribí.
