04/12/2011

El punto débil

Me atrevo casi a jurar que eres eso que nunca esperé conseguir, lo que jamás ansié, lo que no dejé de anhelar porque no empecé en ningún tiempo semejante búsqueda. Eres eso que en mi sueños temía, lo que me desvelaba, por aquello por lo que no quería dormir, el pensamiento que borraba mis pensamientos.

Eres una contradicción con alma. Con un alma que no me pertenece, que no te pertenece siquiera a ti, a nadie. O quizá sin ella. Te contradices, me contradices, haces que me contradiga, juegas a contradecirnos y ganas, siempre ganas, sin importarte que no haya premio de consolación para mí y que ni siquiera lo haya para ti. Jamás te has dado cuenta de que no has ganado nada, que tampoco has perdido nada, no, o eso crees tú, pero ¿quién te devuelve el tiempo que usaste haciéndome creer que el mundo, a tu lado, tendría un significado que me llenase? Ni siquiera pensaste en que el significado que tú le dabas, jamás fue el que me hubiese gustado darle.

En mi habitación, hoy vacía, fría y oscura, me jurabas que era feliz, que eras feliz, y me hacías ver amor, me hacías hacerlo, dártelo. Me hacías creer que había luz, que sentía calor y que llenabas las paredes de mi mundo, pero eran sólo hologramas baratos, visiones estúpidas, imágenes absurdas, tan malas como tú, que se desvanecieron antes incluso de irte.


Y en mi aparente serenidad ante tu firme presencia, me dedicaba sólo a observar, a descubrirte, a conocerte, a saber por dónde saldrías en tu próximo ataque o a aprender de memoria el mapa de las trincheras donde te refugiabas. Sí, jugaste conmigo porque me llegaste a conocer más de lo que yo jamás imagine, llegaste al fondo y viste mi punto débil: tú.
Pero mientras, olvidaste cerrar algunas puertas. Y de lo que nunca te diste cuenta es que, desde el principio, también supe cuál era tu punto débil: yo.

30/11/2011

El hombre de tu vida

"No puedo ser el hombre de tu vida porque ya soy el hombre de la mía".

12/11/2011

Las chicas malas, las cosas buenas

Es por todos conocida aquella famosa cita de Mae West en la que reza que “las chicas buenas van al cielo, pero las malas van a todas partes”.

Y hubo un tiempo en el que Mónica Naranjo fue una chica mala. Un tiempo en el que olvidó, en el que sobrevivió; un tiempo en el que pudo ser cruel y en el que lejos ganó libertad y perdió la fe. No sintió pena, no supo perdonar, jugó al amor, se pintó locuras en la piel, le costaba creer y se tornó libre para siempre, jurando no entregarse nunca a nadie. Y pasó, pasó de ti, tío.
Muchas cosas fueron las que acontecieron en la vida de aquella chica mala. Algunas de esas historias nos fueron contadas de la mejor de las maneras en que pudo hacerse, nos las cantó a viva voz, alzándola y desgarrándola cuando debía gritarle al mundo su pensamiento, calmándola y susurrándola cuando tenía que pronunciar te quieros y palabras de amor. Pero hay historias que jamás nos fueron relatadas de ninguna de las formas, historias que por un largo tiempo permanecieron encerradas en un cajón, ocultas en un rincón de las mentes de los protagonistas o incluso enterradas en el olvido, ese que a veces se empeña en recordarnos lo que no queremos. Y hubo que hacer un sacrificio. Hay veces que debemos sacrificar algunas de las cosas que queremos o en las que creemos para conseguir otras que, se supone, que nos van a reportar algo mejor.
Como buena chica mala, ella no iba a llorar, ¿de qué le servía ya? La imposición y la ambición debían hacerse amigas y a la vez, amistarse con ella para seguir, para vivir, para obtener lo que se perseguía. Y así pasó el tiempo. Diciéndose a sí misma que no iba a llorar pero llorando lágrimas de escarcha, cuando nadie la veía, cuando nadie podía oírla sollozar, y al tiempo, sin que nadie se diera cuenta, iba congelando con sus lágrimas y a su paso lo que ya creía inerte, sin sentido, aquello en lo que no debió creer. Pero como una supuesta y buena chica mala, aquella mujer se reponía, peinaba su melena de caballo, pintaba sus ojos de esfinge y sus uñas de felina, se desvestía de su piel y se enfundaba en las de otra mujer, caliente en la ejecución de sus movimientos de serpiente encantadora, salvaje en la agresividad de su mirada escandalosa y ardiente en sus imponentes pisadas a cada escenario.

Un buen o mal día, aún está por descubrir qué, algo pasó. Una historia paralela a esta historia que jamás nadie nos contó. Pero Mónica, la mala, se liberó de los disfraces, de las cadenas, de las torturas, de las imposiciones y, una vez más, volvió a sacrificarse por obtener algo que creía más importante, que imaginaba mejor, que soñaba precioso y feliz. Lo que aquella chica mala no sabía es que esta vez sí que lo conseguiría, esta vez no tendría que vestirse de nadie, no tendría que dejarse guiar por mentes perversas ni poner capas de pintura puesto que el carmín natural de sus labios era el más bonito, el que más le gustaría y el que desearía tener de ahora en adelante. Y así sucedió.
Hubo un tiempo en el que Mónica Naranjo fue una chica mala. Un tiempo en el que, como a todos nos ha pasado alguna vez, quizá dejo de creer en su instinto. Y aunque Mae West se haya empeñado en creer que los malos son mejores, yo le digo a esa gran mujer que “mala se nace, no se hace y también se muere” y Oscar Wilde, que fue un señor muy inteligente le dice que “es absurdo dividir a la gente en buena y mala; la gente es tan sólo encantadora y aburrida”; así que querida Mae, nuestra Mónica nació buena y encantadora y como no hemos hecho sino pedirle que no cambie nunca, nuestra Diva será siempre así, buena, será siempre la mejor y nunca mala, como nunca lo fue.

Y aunque esta historia pueda parecer triste a priori, no es más que una forma de demostrar que creer en uno mismo es siempre el mejor camino, que nunca es tarde para serlo y que de lo vivido siempre quedan recuerdos, lecciones, aventuras que nos enseñaron a caminar en equilibrio, caminos sin salida en los que siempre podremos recular y, al final del desvío correcto, canciones, muchas canciones y buenas canciones que podemos disfrutar y vivir con la misma intensidad con la que Mónica, nuestra protagonista, nos ha enseñado siempre, y seguro que sin apenas darse cuenta, que es la mejor chica buena que conocemos.

09/05/2011

De ese lugar

Allá donde el sol no duerme y la luna no despierta, donde las almas buscan bailar en cuerpos que no son suyos. Ese lugar sin dueño, esa tierra sin nombre, desierto de nada, invisible paraíso, manjar de humanos, pecado de dioses. De ese lugar soy. Y a ese lugar me voy.

30/04/2011

Higher window



Just don’t tell me that it’s too late for me to love you...

27/04/2011

Dame



Tibia con tus manos las heridas blandas de mi alma,
que me duelen porque no me lames.
Báilame el agua e inunda con ella mis entrañas.
Dame.


C.L.B.

25/04/2011

La verdad irreal de un cuerdo sin sentido

Olvidé ya la de veces que intenté ponerme a escribir y dejarme llevar para contar cualquier cosa. Pero hay momentos en la vida o, mejor dicho (porque no todos vivimos de igual forma), ha habido un momento en mi vida en que hasta la inspiración me ha abandonado.

Hoy alguien me ha dicho que ha notado un cambio en su vida y es, precisamente, eso lo que quiero yo: que las cosas cambien.
La lamentación infinita mientras caduco esperando que todo se torne de un color más claro nunca fue mi fuerte. Siempre preferí ser de los que hacen cosas para cambiar las situaciones que no me gustan, aquellas con las que no me siento bien, aquellas que no me hacen feliz y con las que no me siento, ¿cómo decirlo?... ¡vivo!

Atraemos aquello que transmitimos, y sólo quien conoce esto es quien puede atraer lo que desea.
No sé si sé mucho sobre la vida, más bien ignoro lo esencial del amor, pienso poco en la cordura y he dedicado mucho tiempo al sexo. Tomo decisiones sin meditarlas demasiado, afrontando que pase lo que pase fue mi decisión. Y sólo mía. De nadie más. Me incomodan los números impares y me gustan los olores fuertes. Me interesa la historia pero me desentiendo del futuro viviendo el presente. Tengo mi propia religión y cuando algo me gusta me gusta hasta aborrecerlo.

Mi mente viaja tanto y tan a menudo que idealizo cosas para evitar conocer y aceptar que el significado al que llamamos “real” es más insignificante del que siquiera yo pensaba. Al fin y al cabo, soy de los que piensa que en los pensamientos es el único lugar donde existe la realidad. Aquella que cada uno desea, hace a su medida, para sí mismo y que, con suerte, nadie podrá modificar.

Releyendo lo que escribo me doy cuenta de mi texto tiene poco sentido, que es un conjunto de ideas sin enlace ni relación ninguna, de que la congruencia no sólo falta a veces en mis actos sino también en mis palabras y que poco o nada le puede importar a quien lea lo que he escrito hasta ahora.

¿Y qué?, ¿acaso tiene mucho sentido la vida en general o inventamos nosotros mismo el sentido por el miedo a la incertidumbre?, ¿no es cierto que si pensamos en que todo tiene un principio y un final nos invade el pánico? ¿Es mentira algo de lo que digo?, pero ¿es una verdad absoluta?
Viviendo, dejándome llevar y siendo quien soy me he dado cuenta de que hemos inventado los colores para que la vida no sea sólo blanca y sólo negra. Hay cosas que jamás entenderemos, y ante las cuestiones mejor preguntarnos por qué y para qué preguntamos. Tampoco encontraremos la respuesta. Pero en la búsqueda de la misma, si no le damos mayor importancia a lo que no tenemos, pintaremos una vida muy bonita.


"Las locuras que más se lamentan en la vida de un hombre son las que no se cometieron cuando se tuvo la oportunidad". Helen Rowland