
Con un café en la mano miro la gente pasar.
Los mismos rostros, los mismos gestos, las mismas expresiones que indican que la rutina también se apodera de sus vidas. Y entonces, es en ese momento, cuando me pregunto si mi vida dista tanto de la de toda aquella gente; me pregunto si en realidad soy tan diferente o, simplemente, uno más entre la multitud. Y me descubro esperándote, imaginándote, creyendo que aparecerás como ya apareciste una vez.
Y no sé ni por qué, porque en realidad solo fuiste una sonrisa, una conversación amable, una cara bonita, un café claro... una coincidencia. Solo fuiste, entre la fealdad de mi situación, un gesto bonito que me hizo falta.
Y puede que ni te acuerdes, que no regreses nunca o que incluso te vayas de aquí, puede que no pienses en aquello ni quieras que se repita. Pero me da igual. Acabaré mi café y, mañana, seguiré imaginando que mi vida es diferente a la de los demás.





Son las 00:32 y no puedo dormir…
LXIX

Me gusta dormir para soñar contigo. Porque solo así te siento cerca. Solamente soñando puedo volver abrazarte, a mirarte a los ojos directamente, y a ver tu cara a la altura de la mía. Solo cuando sueño puedo despertarme abrazado a ti, con tu voz susurrándome al oído, como ya me desperté aquel día. También en sueños puedo besarte y sentir tu calor, tus manos rozando mi cuerpo y tu respiración acelerándose al mismo ritmo de los latidos de mi corazón.

...mirando los besos que otros se dan.












Alguien. Siempre buscamos a alguien, esperamos a alguien, amamos a alguien, echamos de menos a alguien. El ser humano, único animal racional y social, no puede vivir sin alguien. Y puede que sea cierto eso que dicen de que "siempre hay alguien", aunque puede ser también cierto que no lo sea. Y no haya nadie. Y nos pasemos la vida buscando a "alguien" cuando, en realidad, nos estamos buscando a nosotros mismos en otras personas...
Mírame. Sonríeme. Piérdeme en un instante y vuelve a buscarme entre la gente, sorteando los cuerpos que se mueven al son de la música. Rózame con tus manos y susúrrame al oído que me has estado buscando. Dime que, sin conocerme, ya sabías que era yo. Báilame y haz que yo te baile. Pégate a mí y mírame a los ojos para comprobar que los dos fuimos uno antes incluso de ser nosotros mismos.













